¿Y si ya no enseño más?...

Que es lo que me pide el cuerpo...

Llevo más de media vida enfundado en un Gi (quimono de entrenamiento), primero como KA (alumno) y después como Sensei (más de 35 años en esta última faceta). He recibido algunas alegrías inolvidables, siempre por logros de mis alumnos y demasiados sinsabores. Traiciones, sobre todo
desilusiones. Peleas con los mercachifles (algunos) de los dueños de gimnasios que ahora se denominan "personal training", es decir los mismos ignorantes (la mayoría) pero con una frase en inglés aprendida. Auténticos impresentables que por pagar una miseria quieren comprar nada menos que tus conocimientos cuando fallan en lo principal, la actitud.

Pues si, el cuerpo me pide, desde hace tiempo, no entrenar a más personas por "pago". Me pide elegir a dos o tres de mis ka y continuar su adiestramiento. Hace tiempo que ya no tengo la ilusión de entrenar a los "míos", el Ejercito. Todavía me pregunto la razón de no haber podido hacerlo.

He agradecido siempre a mis sensei sus enseñanzas, pero se me quedaban cortas, pues mi Do siempre divergía al final, ya que fui consciente siempre de que yo era diferente a otros (a todos nos pasa) y lo suyo puede no servirme a mi. Intenté coger lo mejor de cada uno y hacer un ímprobo trabajo de fusión. Por eso mismo intento adaptar mi arte a cada ka, a su forma física y a su modo de ser.... La mayoría ni se enteran de esa labor...

No obstante cada nuevo curso aparece un nuevo alumno, alguien que ha oído cosas, que no se cree lo que se vende, que ve la paja a distancia y que al final me dice..."al fin maestro, al fin te encontré". Y aquí se acaban todos mis razonamiento y decido volver a empezar. Es mi destino....

ES MI DO....

Monasterio de Caaveiro (Galicia, España). Una maravilla, un ejemplo "del por qué continuar". Me impresionó cuando lo vi por primera vez siendo un niño. Me imaginé a los monjes, perdidos en esta selva maravillosa (Fragas del Eume), siguiendo una vida dura y sobre todo con constancia y entrega.